#7 - Cada iniciativa debe pelear por su vida

Eugenio Monforte

Eugenio Monforte


Transcripción

Eugenio Hace poco hablé de usar estrategia como meta-solución a la hora de enfrentar problemas o oportunidades. Me refería a esta cuestión de tener una idea fundamental que nos ayuda a tomar decisiones en el día a día.

Obviamente la estrategia es mucho más que una idea fundamental. Es un diagnóstico de la situación y unas ideas para cómo enfrentarlo, y se podría incluir hasta un plan.

Hoy te traigo una idea que es para ayudarte a enfocar el esfuerzo en tu emprendimiento Indie. La idea es… “cada desarrollo debe pelear por su vida”.

Puede sonar duro, pero creo que es necesario ponerlo de esta forma para notar la gravedad del problema. Al final, estamos hablando nada menos que de lograr ser independientes.

Entonces, ¿de qué se trata? Siempre en el desarrollo de un producto de software, generalmente independiente, hay múltiples cuestiones que podremos resolver: ideas, problemas, iniciativas, bugs (problemas del código), etc.

Requiere que hagamos una priorización, o sea, no podemos hacer todo. Pero además de no poder hacerlo todo, tenemos que trabajarlo para poder ver cómo lo metemos dentro de lo que ya existe en un producto o, al menos, lo inicial. Tiene que ser sintetizado de una forma.

Hay otra cuestión que es que muchos de los que estamos en el campo de desarrollo de software estamos muy acostumbrados a hacer: ponernos a hacer cosas tipo de impulsar una nueva plantilla, desde una plantilla un diseño o un directamente con un boilerplate de un framework, empezar a desarrollar algo concreto en código que exista.

Es fácil. O sea, de hecho cada vez es más fácil. Toma segundos. Incluso con las herramientas de no-code y low-code, o sea que el tema está más en pensar el software más que en escribir el código, es cada vez más fácil.

Y otra, tercera cuestión me parece que complica todo esto, que es que estar haciendo cosas nos hace sentir bien. Y eso va en contra de una cuestión central que tiene que ver con el tema de independizarse o de conseguir un objetivo que es cómo todo eso realmente está ayudando a conseguir resultados.

O sea, ponernos a hacer es fácil. El tema está en que digamos, ¿cómo sabemos que eso va a ser lo que realmente nos va a ayudar a llegar hacia donde queremos ir?

Entonces estamos asumiendo muchas cuestiones sin validarlas -validarlas justamente significa probar que tengan realmente valor-.

Y hacer un producto se trata de que sea algo consolidado, no que sea un montón infinito de funcionalidades que al final no tienen sentido unas con otras, se pisan, la gente tiene dificultades para poder entender lo que estamos proponiendo no podemos diferenciarnos en el mercado porque al final estamos proponiendo muchas cosas que están definidas por generalmente los líderes de cada nicho de mercado.

Al final estamos haciendo cosas y no estamos obteniendo valor.

La cuestión entonces es tratar de consolidar la propuesta, evaluar concienzudamente cada argumento para cada potencial desarrollo, y luego comparar esas distintas ideas que podamos tener.

Porque no alcanza con tener todas las ideas sólidas, digamos, sino que en un punto hay que priorizar y hay que definir: “ok, en este momento lo más importante es esto y no aquello”.

Entonces, ¿cómo es que cada cosa debe pelear por su vida?

Para empezar, hay que arrancar con analítica. O sea, ¿qué sabemos sobre lo que realmente pasa en esa área que creemos que tenemos que mejorar?

Ya sea teniendo datos fundamentales de la realidad como un arqueo de caja diario o algún sistema más complejo de registro de hechos claves del producto, como un sistema de analítica web, por ejemplo, en el caso de ser una web, tipo Plausible o Mixpanel o Google Analytics (que es gratis aunque es muy complejo). La analítica es la base para saber qué está pasando.

Entonces, para empezar, buscar hechos. No, digamos, inventarnos cosas “porque dijo uno”, “un cliente nos dijo tal cosa”, es que lo que realmente nos va a ayudar a hacer un producto, porque al final es una propuesta para una cantidad de gente, no es para alguien en particular, no es software medida. Entonces, la base es la analítica.

A partir de ahí, ¿con qué contamos? Bueno… podemos hacer investigación entre los potenciales actuales clientes. O sea, realmente entender que es lo que están queriendo lograr, que a nosotros nos permita saber, “ok, este área es algo que si nosotros lo desarrollamos va a tener más valor” en el sentido que la gente lo está teniendo en cuenta o incluso cuestiones que no tengan en cuenta pero que realmente, si estamos seguros que nosotros lo desarrollamos, eso va a tener realmente peso en solucionarles la vida o mejorarles el día a día, en términos obviamente generalmente de negocio.

Además, contamos seguramente con experiencia en la materia de producto que estamos intentando desarrollar, pero que tenemos que respaldarla con algún tipo de señal clara de la realidad. O sea, que sean hechos no anecdóticos. No es que “una vez a mí me pasó tal cosa” o que “alguien le dijo tal cosa” o que “yo tengo la experiencia, siento que va por tal lado”, que en algún punto sería confiable porque al final es algo que se ha probado en la realidad, pero que tiene que traerse al presente, en el sentido de que cómo eso va a estar realmente consolidado, como algo va a tener impacto hoy.

Entonces, esas son las tres grandes cuestiones que podemos ver rápidamente: analítica, investigación con usuarios, con clientes y la experiencia que tenemos en materia de producto.

Luego de hacer todos esa juntada de datos que apoyan o descartan cada iniciativa, vamos a hacer la comparación para tener una idea clara de cuál creemos que va a tener el mayor impacto y a la vez que será más sencillo de concretar.

Esas son las dos grandes cuestiones que siempre tenemos que tener en cuenta. ¿Qué es lo que me va a ayudar a tener más resultados? En general, hay que medir ahí el término de ingresos, de ganancia, de aportes realmente, de valor para que la gente tenga una funcionalidad que realmente lo apoye, ya sea por cuestiones de que le saca trabajo o que realmente, por ejemplo, les genera negocio en términos de más ingreso, más clientes, lo que sea.

Recién ahí, en ese punto donde estamos haciendo esa comparación y esa priorización, es el momento de enfocar. Recién ahí, luego de hacer un análisis de lo que realmente queremos hacer y buscar datos de la realidad que nos permitan decir esto va a tener más impacto en lo otro, lo que queremos hacer.

Ahí hay que enfocar, no antes.

Primero ahí está la clásica del doble diamante (ya se habla del triple diamante) en términos de diseño. Que primero hay que diverger en el sentido de ver potenciales cuestiones y luego converger en el sentido de decir “Ok, tenemos datos que nos dicen que esta cuestión es lo que va a tener más peso a la hora de concretar un negocio y llegar a un objetivo.”

Esta idea también se podría resumir como “la importancia de decirle no a todo, salvo que existan razones de peso”.

O sea, que realmente nos podamos convencer y estemos seguros porque tenemos argumentos, datos, señales de la realidad que algo debe hacerse. Pero, generalmente y por defecto, las cosas no deberián hacerse porque si no, digamos, perdemos tiempo y perdemos capacidad de enfoque y perdemos la posibilidad de concretar en una idea hacia el mercado que nos permita realmente llegar a los objetivos.